martes, 18 de junio de 2013

En este mundo hay dos clases de personas, amigo… (Dos clases de personajes y un concepto fundamental más)






















Bienvenidos una vez más al yermo, amigos escritores, cactus y tumbleweeds vagando con el viento. Hoy seguimos con la serie de artículos sobre los personajes que pueblan las páginas de nuestras ficciones. En el primer post no ahorramos energía a la hora de enfatizar la importancia de los mismos para que nuestras historias cobren vida y en el segundo anotamos algunos conceptos básicos que aparecen constantemente cuando uno decide leer más sobre este tema para ampliar los conocimientos.

En este tercer post de esta serie, que lleva como título el principio de la genial frase pronunciada por Clint Eastwood en El Bueno, el Malo y el Feo, revisaremos una clasificación de personajes que me resultó muy interesante encontrar.

Me pasaba con frecuencia cuando leía esos libros de los que siempre les hablo, empezar a ver recomendaciones que se repetían y que en cierta forma surgían como reglas inquebrantables para asegurar la calidad de las historias. Entonces, casi de inmediato, me ponía a pensar en aquella en la cual me hallaba trabajando y analizaba si cumplía o no con esas reglas de oro. 

Como se imaginarán, es un poco complejo someter la ficción a reglas o esquemas rígidos, por lo cual, la mayoría de las veces terminaba no encontrando con claridad el cumplimiento de dichos requisitos, situación que inevitablemente me causaba cierta pena, por considerar que no estaba haciendo bien las cosas.

Quizás por eso disfruto tanto de encontrar conceptos o afirmaciones que no se ciñen a las reglas talladas en piedra y muestran un panorama más amplio. Porque de ello surge que ni las supuestas reglas están mal ni tampoco lo que se aparta de ellas.


1. El arco del personaje

Una de estas reglas era que los personajes (sobre todo el/la protagonista) siempre debían tener una evolución, un cambio, un aprendizaje, lo cual es conocido como el "arco del personaje" (character arc).

Según la sencilla definición que da Elizabeth Sims en su libro You've got a book in you, la palabra "arco" viene a ser una etiqueta verbal usada para representar "el cambio que tiene lugar en uno o más personajes como resultado de un evento". 

Eso me dejó pensando en algunas historias que había conocido (películas, series, libros, etc.) donde el/la protagonista era al principio un/a completo/a idiota despreciable que luego iba cambiando y se volvía alguien tolerable o hasta apreciable como consecuencia de esta transformación. Cuestión de gusto personal, este tipo de historias por lo general no me atrapa. Cuando leo / veo películas / juego, necesito cierto grado de afinidad con el protagonista desde el principio, necesito que me importe por algún motivo. Soy una persona con poca paciencia, lo admito. Cuando el protagonista es patético o insoportable, me da igual que se lo trague la tierra a él y a su autor también.

Y por otro lado, también me quedé pensando en historias donde los personajes no cambiaban. Sin ir más lejos, el personaje de Clint Eastwood en Por un puñado de dólares no presenta un cambio, evolución o aprendizaje en el curso de la narración: el tipo rudo llega a un lugar, hace lo que tiene que hacer superando los obstáculos y se va, tal como vino. Como máximo puede decirse que adquiere alguna nueva habilidad, pero nada más. Y esa película me encantó, al igual que a muchas otras personas.

¿En qué quedamos entonces con este tema del arco del personaje?

Una sencilla clasificación que leí en otro libro me iluminaría esta cuestión.


2. Los que cambian y los que permanecen

En un libro muy recomendable titulado Characters, emotion and viewpoint, Nancy Kress dice que los personajes, en lo que hace a este tema, pueden ser principalmente de dos clases:

a. Los que cambian ("changers"): como su nombre lo dice, son los personajes que cambian de un modo significativo como resultado de los eventos en la historia. Ellos aprenden algo o se convierten en mejores o peores personas, pero al final de la historia no son los mismos que eran al principio. 

Un ejemplo muy conocido de este tipo de personajes es Frodo, de la monumental "El señor de los anillos", un personaje que, como consecuencia de todo lo vivido, al terminar su aventura ya no puede simplemente ser como era antes. También Simba, El Rey León, que a lo largo de la historia adquiere la fortaleza para asumir el papel que le corresponde en el círculo de la vida. O Rayo McQueen, el coche de carreras que, en "Cars", aprende que hay algo más allá de la vanidad y la soberbia.

b. Los que permanecen ("stayers"): este es un tipo de personajes que se da sobre todo en las series de libros, ya que a los lectores les gusta el personaje como es y no quieren/esperan que cambie. Por lo general son personajes competentes y carismáticos, con una personalidad muy marcada y gran habilidad para superar los obstáculos que aparecen en su camino. James Bond y Sherlock Holmes son ejemplos clásicos de este tipo de personajes.

Como dice Lee Child, citado por James Scott Bell en su libro Writing fiction for all you're worth, ante la afirmación de que el personaje tiene que cambiar de alguna manera:
¿Por qué? No tiene que haber necesariamente un cambio en el personaje. No necesitamos los malditos arcos. 
Y luego explica que a él le encanta determinada marca de champagne y que desea que tenga el mismo sabor todas las veces. De la misma manera el quiere que sus libros de Jack Reacher ofrezcan la misma placentera experiencia cada vez. Por eso él no cambia. Él hace lo que tiene que hacer. Y esa es la manera en la cual genera placer en sus lectores.


3. Todo depende de la historia que queremos contar

Entonces... ¿una clase de personajes es mejor que otra?

Por supuesto que no. Como siempre nos gusta recordar en este blog –porque somos forajidos y por tanto rebeldes y revoltosos, aunque de un modo tierno n__n –, en esto de escribir, quien les quiera convencer de que si no lo hacen de una u otra manera lo están haciendo mal, los está llevando por el camino equivocado. Las herramientas, sugerencias y propuestas que se les presentan (aquí y en otros lugares) están para ayudarles a comunicar de una manera más efectiva eso que llevan adentro, y solo por este motivo deben hacerlas suyas: porque sienten que les sirven.

Y como leí hoy en un blog mientras investigaba más cosas para este post, es importante preguntarnos qué pensamos nosotros sobre este tema: ¿creemos que la gente puede cambiar? ¿creemos que alguien puede modificar algún comportamiento sin variar su forma de ser? Presten atención a las respuestas que nacen de su interior, ya que de allí surge lo más valioso que pueden regalar cuando escriben: su visión del mundo y de la gente.

La escritura es, como suelo decirles, una excelente manera de ensayar respuestas ante las grandes preguntas de la vida. Prestando atención a nuestras propias palabras, quizás vayamos intuyendo aquellas verdades que echen luz sobre los grandes misterios que nos habitan.


Hay más que hablar de este tema y tiene que ver sobre todo con la motivación de los personajes, lo cual complementa y hace más diversa la clasificación que acabamos de ver. Pero para no hacer este post demasiado largo, eso lo veremos la semana que viene. 

¡Saludos forajidísticos!

¬-(o_Ó)


PD: Ya que hablamos de Clint Eastwood y la famosa frase de su personaje sobre las dos clases de personas, como souvenir del post de hoy les dejo este link para que puedan ver esa parte de la película y este wallpaper que está supergenial XD

PD2: No se olviden de pasar por las páginas del FB, si tienen tiempo, para ver los dibujos del Forajido Nabetse o sacar algunas ideas de las imágenes que comparto en la mía :D





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