martes, 19 de febrero de 2013

Encontrar ese cactus con mucho potencial (Dos estrategias básicas para obtener ideas para escribir)




Hemos hablado mucho de cuestiones abstractas en el blog durante los últimos tiempos, así que me parece justo y necesario que hoy bajemos de las nubes y nos pongamos a trabajar. 

El tema del post de la semana pasada era aprovechar todos los momentos para llevar a cabo nuestra labor de escritores, sacándole el jugo incluso a esos instantes aparentemente inútiles del día para desarrollar en nuestra mente las ideas que luego nos sentaríamos a escribir.

Pero… ¿y las ideas? O_O


A. Un fantasma en el yermo: el bloqueo de escritor

Tiendo a ser algo agnóstica respecto el bloqueo literario. Para mí es como los fantasmas: todos hablan de ellos, mucha gente cree en ellos, algunos afirman haberlos percibido y otros podemos decir que no hemos tenido nunca el placer de conocerlos. Así me siento respecto al tema que abre el post forajidístico de hoy: el famoso “yo no creo en las brujas, pero de que las hay, las hay”.

Y entiéndame bien: para mí, admitir la existencia del bloqueo del escritor sería demasiada indulgencia hacia mi propia persona. Porque me conozco y sé muy bien que si no estoy trabajando por lo menos en un cuento es por mera haraganería. Qué bloqueo ni qué ocho cuartos, kaigüetismo puro, como le decimos acá. 


Gracias al Diccionario de americanismos por esta definición XD


Y una aclaración: no confundan con soberbia esta simple confesión que acabo de hacerles respecto a mis creencias de escritora. Puedo asegurarles que ideas nunca me faltan, sí. Ahora… que sean buenas ideas ya es una cosa muy distinta. Eso sólo se irá descubriendo a lo largo del camino de creación de la obra literaria. A veces incluso después, recién cuando la compartimos con otras personas y nos dicen que está bueno lo que nosotros calificábamos apenas como mediocre.

Lo cierto es que –así como se hace con las personas con creencias religiosas diferentes– respeto profundamente a quienes sufren el bloqueo de escritor. Y la idea de hoy –y la de los próximos dos martes también– es compartir algunas sencillas recetas que pueden convertir esa desagradable experiencia en un mero recuerdo para cualquiera de ustedes, si es que alguna vez cayeron víctimas de ella.


B. Receta especial del Yermo para espantar fantasmas: nivel básico

La “receta” de hoy es especial para los cuentos –una para novelas veremos la semana que viene y después una especial para personajes– y es lo más fácil entre lo fácil. Como cocinar un huevo duro, si lo equiparamos con destrezas culinarias.


Paso 1: Prestar atención a los detalles

Vivimos en un mundo ansioso por regalarnos ideas y solo depende de nosotros encontrarlas. Abrir los ojos y la mente a los miles de detalles que pueblan hasta los instantes más normales de nuestras vidas es el método infalible para nunca sufrir una sequía de ideas.

Todo tiene que ver con estar atentos: un fragmento de una conversación oída por casualidad en el ómnibus o en el supermercado, un objeto tirado en la calle, algo peculiar en una persona, una plantita creciendo rebelde entre los ladrillos de una casa abandonada, cualquier detalle que llame nuestra atención puede ser la semilla para una historia si la conservamos a nuestro lado el tiempo suficiente y la regamos con nuestros  pensamientos.

Les puedo asegurar que no pasará un día sin que algo les haya llamado la atención. Pero si llegan a la noche sin que ningún detalle destaque, la recomendación es hacer un repaso de su día antes de que el sueño mande a la papelera de reciclaje una buena parte de las experiencias vividas. Lo extraordinario, raro, maravilloso, tétrico, perturbador, está siempre presente en nuestro día a día. El único problema es que a veces andamos tan apurados o con la cabeza en otras miles de cosas que pasamos al lado de ellas sin darles la atención que se merecen.


Paso 2: Hacerse muchas preguntas

Capturado el detalle, la otra mitad del método es hacerse muchas preguntas sobre él. 

Para ir a un ejemplo práctico les cuento una experiencia: un día de lluvia no muy intensa salí a comprar algo para mi almuerzo en los alrededores de mi oficina. Al llegar a la esquina vi un paraguas azul, roto y tirado al costado de un árbol. Quizás fue el color –yo veo paraguas tirados en la calle todo el tiempo, pero casi siempre son negros– o el mango que también era de un plástico particular lo que llamó mi atención. Lo cierto es que todo el camino hasta el local de comidas y de regreso a la oficina me quedé pensando en eso y haciéndome preguntas: ¿A quién habría pertenecido? ¿Por qué lo habría tirado ahí? ¿Cómo habría sido el día de esa persona? ¿Y si el paraguas pudiera decir algo? ¿Cómo podría sentir un objeto esa inminencia de la muerte al saberse desechado? ¿Sentiría rencor o sentiría otra cosa? 

Esa misma noche fue escrito el cuento: una historia narrada por el propio paraguas, sobre los instantes anteriores a ser arrojado como algo inservible, la relación con su dueña y sus últimas reflexiones ante la ya acaecida pero tan diferente muerte de los objetos.

Cuando nos hacemos preguntas le obligamos a nuestra mente a dejar la modorra y ponerse a rebuscar en su propio depósito, para tratar de encontrar la pieza del rompecabezas que va con ese detalle que acaba de revelársenos. Esa pieza que ya vive en nuestro interior y espera salir para contar lo suyo. 

Y para ilustrar poéticamente este paso de la receta les dejo una frase bellísima de José María Gómez Sanjurjo, un gran poeta paraguayo fallecido bastante joven, lastimosamente:

“Tú sabes cuánto alcanza a doler sobre la vida
el sueño de llevar los ojos siempre abiertos.”

Así hay que andar, lectores y cactus amigos míos, con los ojos siempre abiertos –aunque a veces duela–, y haciéndose preguntas todo el tiempo, y les puedo asegurar que no faltarán tópicos para escribir historias.


C. ¡Forajidos a trabajar!: Una libreta llena de ideas / Una idea por día en la libreta.

Con frecuencia me pasan cosas como la vez del cuento del paraguas, percibir detalles que llaman mi atención cuando ando por ahí o cuando escucho a la gente que conversa a mi alrededor. El problema era que, la mayoría de las veces, las ideas así de repentinas como venían, se iban, y mi memoria de mosquito no retenía al final gran cosa que le sirviera.

Entonces este año empecé con una nueva tarea que les recomiendo plenamente si lo que están buscando es tener abundantes ideas para escribir: habiliten una pequeña libreta que puedan llevar siempre con ustedes y propónganse anotar en ella, por día, al menos un detalle llamativo que encuentren en sus recorridos por la vida y unas cuantas preguntas que amplíen el germen de idea que despierta ese detalle en ustedes.

Dentro de un año, tendrán en su libreta trescientas sesenta y cinco ideas que podrán combinar, mezclar y amasar a su gusto. Incluso si eligen escribir solo una idea por semana en la libreta, en el curso de un año tendrán la respetable cantidad de cincuenta y dos ideas anotadas. 

El plan no es hacer un cuento de cada una, sobre todo en el caso de una idea por día, pero quién sabe qué frutos podrían dar el día de mañana esas ideas. Quizás la menos pensada se convierte en una particularidad del protagonista de la próxima novela que ustedes están por escribir, en ese rasgo único que lo distinguirá del resto de los protagonistas de las miles de historias que enriquecen nuestra vida y nuestro mundo.

Les dejo unas fotos de mi libreta para que se inspiren y habiliten cuanto antes las de ustedes.





¬-(o_Ó) Afinen su puntería y ¡a cazar esas ideas!


PD: el forajido Nabetse hizo en su momento una preciosa ilustración para ese cuento del paraguas que les mencioné más arriba y pueden verla aquí. Ese cuento está incluido en el libro Cuentos con galletitas, una colección de cuentos míos y de mi colega M. M. Ballasch, editado por Arandurã

PD 2: Y si quieren leer completo el poema de José María Gómez Sanjurjo pueden hacer clic en la imagen de aquí abajo. ¿Qué tal si como primer ejercicio prueban sacar una idea de allí mismo y anotarla en su flamante libreta de ideas? :D Y si por ahí no están tan tímidos, me cuentan que tal les fue con esto acá en los comentarios o en la página del FB, si les es más cómodo. ¡Saludos cactáceos para todos! (n__n)/


2 comentarios:

  1. Lo que ya venía haciendo era usar el bloc de notas para anotar temas, no sólo de escritura sino también de dibujos o pequeñas artesanías que hago o quisiera hacer. Pero nada le gana al escribir en el cuadernito, jaja, y más porque yo el archivo lo tenía ahí y me olvidaba de su existencia aunque uso la pc todos los días :-P

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    1. Suele pasar eso de olvidarse de los archivos donde uno anota cosas en la pc, a pesar de usarla todos los días. En la pc del trabajo tengo un archivo llamado "Agenda" que me acuerdo de abrir algo así como dos veces al año >_< Y me ha pasado también con archivos con ideas.

      Parece que el cuadernito (sobre todo si uno lo lleva consigo a todas partes) ejerce más presión XD

      Muchas gracias por leer y comentar, José :D ¡Saludos!

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