jueves, 6 de febrero de 2014

La gente desconsiderada y una teoría imprevista (relativa a los libros)




Hola, amigos lectores (O_O)/

El tema del post de hoy se me quedó rondando en la mente luego de haber compartido en Facebook este artículo sobre una supuesta disminución del interés en la lectura de ficción a nivel mundial y haber tenido allí una breve conversación sobre el tema con mi tocaya @lalapats, donde ambas estábamos de acuerdo en que la situación planteada por la autora del texto nos parecía algo exagerada. No veíamos el panorama tan negro como allí lo pintaban, pero sí estábamos las dos de acuerdo con una parte del artículo, que les transcribo a continuación:
¿Importa realmente que en el futuro sólo un grupo pequeño y selecto de gente lea novelas? Por supuesto que sí. No tiene que ver con el alfabetismo –aunque podría, si queremos tomar esa vía (si no hubiera aprendido a leer bien de chica seguramente no habría descubierto las novelas; ciertamente, nunca habría aprendido a escribir).
Tiene que ver con la comprensión.
¿Cómo podremos entendernos a nosotros mismos y al mundo que nos contiene si no es leyendo ficción? ¿No es así como nos hemos hablado –consolado, estimulado y mejorado- a nosotros mismos durante miles de años? ¿Las historias no son acaso amigas y refugios?
Sé que parezco una iluminada trágica diciendo que la ficción y la ética están íntimamente ligadas, pero estoy convencida de que es así.
Leer novelas favorece la empatía o, en todo caso, nos hace ver que las cosas son complicadas; la ficción desata nudos.

1. Un informe poco optimista

Pocos días después de aquella conversación en la red social, apareció en un medio escrito nacional una noticia que, citando estudios manejados por la Sociedad de Escritores del Paraguay, sostenía que el nivel de lectura en nuestro país es de 0.25 libros al año. Es decir, un cuarto de libro (y dejemos de lado el chiste hamburguesístico) por habitante al año. Pero sabemos que las estadísticas solo sirven a la hora de pintarnos en números un panorama de la generalidad. La realidad es que en Paraguay hay algunas pocas personas que sí leen varios libros al año y una gran mayoría que no roza siquiera ese cuarto de libro que menciona el informe. 

Basta con leer los comentarios a cualquier noticia de un diario paraguayo para notarlo. Y de leer esas brillantes perlas del pensamiento contemporáneo a preguntarse "¿Cómo p*** lo que la gente puede ser TAN estúpida?" hay un solo paso.


2. ¿Estupidez? No. Ignorancia, mediocridad, irresponsabilidad, prepotencia y sobre todo desconsideración.

Y si la interacción en las redes sociales ya es suficiente para que nos preguntemos eso, todo se vuelve mucho más grave cuando salimos de lo virtual y entramos en el ámbito de lo real. Andando por la calle y otros lugares públicos, y viendo cómo la gente, sin un ápice de vergüenza, quebranta todas las reglas de convivencia posibles, la pregunta aparece en la mente de uno algo así como unas doscientas veces al día. 

El diccionario de la Real Academia nos da la siguiente definición de estúpido: Necio, falto de inteligencia. Si nos ponemos a observar, pronto veremos que quienes pueden caer en esta definición constituyen una pequeñísima minoría de esa enorme masa de gente "estúpida" con quienes toca lidiar constantemente. Todo el mundo, en mayor o menor medida, tiene inteligencia, entendida conforme a su primera acepción, la de "capacidad de entender o comprender". De ahí que los otros defectos que hacen la vida en nuestro querido Paraguay bastante difícil a nivel de relaciones interpersonales sean todavía más despreciables.

Pónganse a observar cuando estén por ahí: los grandes defectos de los paraguayos son los que ya anotamos en el título de esta sección. Y están lejos de tener que ver con su capacidad de entendimiento.

- La mediocridad, porque para qué esforzarse en hacer bien las cosas si "así nomás ya da ya". ¿Estudiar para saber? No, "estudiar para pasar de curso ya es más que suficiente". ¿Para qué esforzarse en hacer un trabajo excelente, si por uno mediocre pagan nomás también? ¿Por qué un cuidacoches tendría interés en capacitarse y buscar otro trabajo si con eso "demasiado bien ya le da para vivir", sin estrés, sin jefes, sin pagar impuestos? 

- La irresponsabilidad, porque para qué asumir los errores si es más fácil echarle la culpa al otro. ¿Por qué tendría un automovilista que anda con un auto al que no le funcionan las luces, los señaleros, el freno, hacer la verificación técnica si las calles están hechas un desastre? Que la municipalidad arregle las calles primero, después recién él va a pensar en cumplir las normas. ¿Y si le mata a alguien en un accidente como consecuencia de todos esos descuidos? Ah no, ahí va a ser culpa del Estado que no le "garantiza" una fuente de trabajo que le permita comprarse un auto del año. 

- La prepotencia, porque para qué voy a respetar al otro si puedo pasarle por encima. Que nos los digan los choferes de ómnibus y de taxis, quienes por ser su medio de trabajo, más interesados tendrían que estar en el cumplimiento de las normas de tránsito y son los primeros en destrozarlas (destrozando algunas cuantas vidas de paso). 

- La desconsideración, porque eso es algo que directamente no existe en este país. ¿Ponerse en el lugar del otro? "¿Nde tavy pio?" ¿Pensar en que alguien tiene que recoger la basura que alegremente es arrojada a la calle por automovilistas, pasajeros y peatones por igual? "Y para eso están los de la municipalidad".¿Pensar en que estamos atascando el tránsito cuando estacionamos en doble fila o en lugares no permitidos porque no podemos caminar 20, 50 o 100 metros? "Y que se aguanten". ¿Pensar en que puedo molestar a otros cuando reviso mi celular en la mitad de una obra de teatro o película? "Y allá ellos si les molesta". ¿Pensar en los derechos de las personas que estamos pisoteando cuando nos adelantamos en una fila? "Y si ellos son vyros, ese es su problema".

Claro, porque todos los que se regodean en estos defectos son muy "vivos", y disfrutan de revolcarse en el fango de su ignorancia, que cierra el círculo vicioso y es a la vez causa y consecuencia de todo lo que mencionamos anteriormente.


3. Forajidos en el supermercado: el incidente de la señora que "no sabía leer" 

También en estos días fuimos con el Forajido Nabetse al supermercado y, como llevábamos muy pocas cosas, calificábamos para la "Caja rápida". Había en el lugar una humanidad de gente y hasta las filas de ambas "cajas rápidas" eran bien largas. Nos pusimos en una de ellas y luego nos fijamos en la de al lado, por puro aburrimiento y no tener nada mejor que hacer. Allí había una mujer con una canasta cargada hasta el tope, lo cual a simple vista excedía por mucho los 10 artículos establecidos como límite en el cartel. Por mera curiosidad conté los artículos que pude mientras los iba sacando. No llegaba ni a la mitad de sus cosas y yo ya había contado 17, pero como llegó mi turno de pagar no pude seguir haciéndolo. Lo simpático es que nadie de los que estaban detrás de ella fue capaz de decirle nada y hasta los guardias del supermercado, a quien el Forajido Nabetse les hizo señas señalándole la situación prefirieron mirar a otro lado.

Cuando llegamos a nuestra caja le preguntamos a la cajera si ante esa situación ellos no tendrían que decírselo a la mujer. "Por suerte no es mi caja", dijo ella, "porque les decís algo y ellos si que lo que se enojan y te mandan a la China. Además mi compañero es nuevo". Pero por esas cosas de la vida, salimos de la caja al mismo tiempo que la mujer y no pude contenerme. Con toda la buena onda (fingida, por supuesto) le pregunté si ella no sabía leer. Primero se sorprendió y me preguntó por qué, algo confundida por la inesperada conversación. "Hasta 10 artículos decía el cartel", le señalé. Su rostro se transformó como si por hacerle notar lo que estaba haciendo hubiese insultado a su madre y a toda su familia. "Sí, no sé leer", me dijo la muy caradura (estamos hablando de una mujer como mínimo de clase media alta). "Se nota", le dije y recién tiempo después no pude dejar de reírme ante lo que eso significaba para este post que yo ya venía planeando.


4. La teoría 

Sé que ya dedujeron cuál es mi imprevista teoría y sé que estarán diciendo que la causa de todas nuestras desgracias no es únicamente el desinterés local por la lectura de ficción. Y estoy de acuerdo, hay una infinidad de factores que nos han convertido en lo que somos.

Pero una pregunta que siempre me he hecho es cómo es posible que gente con medios económicos y formación académica vea como algo tan normal quebrar constantemente las normas de convivencia. "¿Cómo lo que no les da vergüenza?" /(O_O)\ , me pregunto y poniendo esa misma cara. Gracias a esta teoría puedo ensayar una respuesta.

La gente que no lee no solo carece de sentido crítico para analizar la realidad, cuestionarla y transformarla. Es mucho más grave: la gente que no lee ni siquiera sabe "ser gente". Este país es la clara demostración de ello.

Saludos desde el yermo, pero solo a ustedes que sí leen. 



PD 1: Si quieren cambiar lo de hacerse mala sangre por una cierta resignación histórica les recomiendo este artículo que encontré hace poco en la web, "28 siglos de estupidez humana", que trae extractos de la recopilación hecha por un filósofo francés de numerosas citas que aparecen a lo largo de los siglos sobre la omnipresente estupidez.  

PD 2: Y si tienen las ganas y un mal carácter similar al mío, les invito a una cruzada. Si ven a alguien quebrando alguna regla de convivencia, díganselo, con educación preferentemente, sorpréndanlos y muéstrenle que ya se acabó el tiempo en el que todo el mundo se quedaba callado. No importa lo que ellos respondan, no hace falta sacarles una foto y subir a las redes. Basta con que se den cuenta de que el mal que hacen no pasa desapercibido. Ya se los dije en un post no hace mucho tiempo. Quizás al menos por vergüenza empiezan a cambiar.



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