Una vez más tenía planeado que hoy conversáramos sobre otro tema. Pero algo con lo que me topé en mis habituales cabalgatas por ese enorme yermo poblado de voces que es la web me hizo cambiar de idea.
Soy una fanática confesa de los videojuegos, me encantan, y más adelante sin duda les hablaré de hasta qué punto esta experiencia se relaciona con esas mis otras experiencias de lectora y autora.
Así, como parte de mis intereses gamer, la semana pasada leí una serie de comentarios a un post sobre uno de los juegos más esperados del 2013 para PS3,
The Last of Us, y disfruté muchísimo de la experiencia (tan diferente a leer los comentarios a las noticias de los diarios nacionales, por ejemplo u___u).
El artículo planteaba a los lectores la pregunta de si pensaban que los dos protagonistas sobrevivirían a los eventos que deben afrontar en el juego, una aventura postapocalíptica en un mundo arrasado por una epidemia, donde hay que cuidarse tanto de los infectados, los sobrevivientes y aparentemente de las fuerzas del “orden”.
La gente imaginaba y planteaba los posibles finales que podrían darse, cuál sería cliché, cuál era el más probable, cuál podría ser una sorpresa. Comparaban lo que se sabe de la historia con otros libros, películas y juegos que vinieron antes, las diferencias, qué podría tomar de uno, qué les gustaría, qué tipos de finales estaban de moda. En realidad era una conversación muy entretenida que dejó mi mente bastante inquieta. Tanto como para sentarme a escribir esto casi de inmediato.
Unas horas antes de esa lectura conversaba con el forajido Nabetse y le decía que
el último tráiler del juego no me dejó tan maravillada como consecuencia de cuestiones que tenían mucho que ver con el tono (excesivamente dramático y pesado, incluso para una historia postapocalíptica) que le estaban dando a la historia.
“Lo único que espero es que no arruinen un juego con semejante potencial con una narrativa que no esté a la altura”, le decía yo, con genuina preocupación.
Por eso mismo, mientras leía los posibles finales (algunos de los cuales me parecían razonables y otros una patada al hígado) yo solo pensaba lo siguiente: “son una súper desarrolladora, espero que contraten un equipo de los mejores guionistas de los EEUU para hacer esta historia”. “Que no opten por los finales gastados, por favor”, pensaba también. Pero apenas ese ruego pasó por mi cabeza, una cruda verdad me cayó encima como un balde de agua fría…
En pleno 2012, con los millones y millones de historias que a lo largo de nuestro andar por este mundo fueron escritas, filmadas, hechas videojuegos, prácticamente todo es, en cierta forma, gastado.
Entonces… ¿Por qué esperar con avidez esas historias nuevas? ¿Cuáles son esos detalles que van a marcar la diferencia entre lo original y lo trillado?