¡Hola a todos!
Lo prometí la semana pasada, así que hoy seguimos con las reflexiones surgidas tras las situaciones relatadas en el post anterior, la primera parte de este.
Apenas alzada a la web esa entrada, dos lectores y amigos me escribieron para actualizarme respecto a algo que se me había escapado: el incidente del poeta bilingüe no había terminado en esos hechos de años anteriores que habían desatado la indignación pública. En pleno setiembre de 2013, tras todo lo que se dijo sobre el tema, la Municipalidad de Asunción concede a este joven el Premio Municipal de la Juventud, galardón que, según los organizadores, se entrega “a los más destacados jóvenes, que son considerados ejemplos de vida para sus demás congéneres”.
O_OU
Después de esto, más que nunca, creo que es necesario hablar de eso tan importante que les adelantaba la semana pasada: LA RESPONSABILIDAD.
Personalmente, no soy muy afecta a expresiones del tipo “todos somos responsables de que haya delincuencia en el país” porque son generalizaciones que rozan lo ridículo. ¿Por qué se habría que asignar el mismo grado de responsabilidad en un mal social tan grave a una persona que trata de manejarse de manera honesta que a un político o funcionario público que no tiene reparos en robar dinero destinado a educación, salud o a los indígenas, como vemos todos los días en las noticias?
Así que para no caer en injustas atribuciones de responsabilidad analicemos este punto con detenimiento.